martes, 2 de septiembre de 2014

Un recuerdo del Juez Manuel Blanco


Lo traté una mañana de hace veinte años, en el allanamiento de la base naval de Punta Indio, para reconstruir el homicidio de un conscripto. Yo representaba a sus padres como querellantes. Nos encontramos en su juzgado en La Plata y de allí fue él en su auto del Juzgado con chofer y yo en un Peugeot 78 atrás. "Sígame pero vea que vamos rápido". Clavó el Falcon en 170 hasta la base. 

La reconstrucción fue rápida, los milicos no querían estropear nada pero Blanco mandó romper todo lo requerido para reconstruir el hecho fielmente. Hay algo grandioso en ser Juez, "traiga aquello, esto lo ponemos aca". No es solo el poder omnímodo sobre la situación (una audiencia, esa reconstrucción). Qué era lo que me fascinaba (y fascina) lo comprendí a los pocos minutos, cuando dijo: "Ya está, ya entendí todo". Se terminó la reconstrucción y el juicio y habíamos ganado.

Para un joven descreído no fue menor ver a un juez laburando una mañana entera y resolviendo un caso con autoridad y cancha. 

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