martes, 30 de agosto de 2011



DESPUES DE LA PALIZA. 4 APORTES SOBRE LAS PASO Y LA UCR 


Una mirada sobre la elección del 14 de agosto del 2011

Jesus Rodriguez

1. Un análisis apropiado requiere indagar en las motivaciones del voto a CFK, así como las razones (o falta de) para acompañar otras opciones.
2. La historia argentina reciente muestra la relevancia de la situación económica en la consideración social, capaz de desplazar otras valoraciones. Buen ejemplo de ello es la “tablita cambiaria” del Proceso o, ya en democracia, el régimen de convertibilidad en los noventa.
3. La evidencia empírica en América Latina también acredita la afirmación de que en contextos económicos de crecimiento o estables, los oficialismos continúan en el poder, como lo demuestran los casos de Colombia, donde vemos la continuidad de Santos luego de Uribe-, de Brasil, país en el que Dilma Rousseff sucedió a Lula da Silva – que ya había sido reelecto, y también Uruguay con la ratificación del Frente Amplio, primero con Tabaré Vázquez y después con José Mujica.
4. La anomalía en la Región la constituye Chile donde la fractura de la coalición oficialista y el desgaste de veinte años de gobierno, abrieron la puerta a la Presidencia de Sebastián Piñera.
5. En nuestro país, en las elecciones distritales de este año, casi todos los gobiernos fueron ratificados en las urnas (Misiones, Córdoba, Santa Fe, la Ciudad de Buenos Aires, Neuquén, Salta, Chubut y Tierra del Fuego).
6. La excepción a la regla de los oficialismos exitosos en contextos económicos promisorios, sin importar mucho el registro ideológico de los gobernantes, es Catamarca donde, a pesar de que el gobierno provincial aumentó su caudal de votos, la ruptura de la coalición gobernante llevó a la reunificación peronista que, finalmente, se alzó con el triunfo.
7. Otra consideración relevante para comprender el triunfo de CFK es la apelación a sectores sociales con reivindicaciones temáticas específicas. El Gobierno nacional registró acertadamente que, en sociedades diversas y plurales, las señas de identidad son variadas y múltiples y no, exclusivamente, de pertenencias partidarias. En ese plano simbólico, la apelación a supuestos desafíos épicos tuvo particular aceptación en sectores juveniles.
8. En el mismo sentido, la creación de medios de comunicación, el desarrollo de programas oficialistas y la propaganda, contribuyeron no sólo a configurar una realidad acorde a los intereses y necesidades del Gobierno, sino también a ridiculizar la prédica de los dirigentes opositores y desacreditar medios de prensa no subordinados.
9. En ese contexto, un Gobierno que centraliza al máximo el poder, maneja de manera discrecional los recursos públicos y exhibe desapego por los procedimientos democráticos, obtuvo su máximo caudal de votos desde sus inicios en el año 2003.
10. No obstante los conflictos de raíz social que costaron más de una decena de muertes en el último año y de rampantes escándalos de corrupción, en la última elección se verificó un homogéneo acompañamiento al Gobierno Nacional. No únicamente en términos geográficos -sólo perdió en la Provincia de San Luis- sino también socialmente, a partir de haber recuperado el voto perdido en las últimas elecciones legislativas en los grandes conglomerados urbanos y áreas rurales.
11. El mapa político que deja la elección muestra una preponderancia, de alrededor del setenta por ciento, de opciones de cuño peronista en tanto que los dos millones quinientos veinte mil votos obtenidos por la UCR revelan un notorio retroceso electoral que, al mismo tiempo, permite avizorar el riesgo de un deterioro aún mayor en el próximo comicio de octubre.
12 En efecto, en relación a la última elección presidencial del año 2007, con la candidatura de Lavagna-Morales, se perdieron alrededor de setecientos diez mil votos, equivalentes a casi cinco puntos porcentuales. (*)
13 En diez distritos, la fórmula presidencial obtuvo un resultado inferior al promedio general del país que fue del 12.17% (CABA, Buenos Aires, Chubut, Mendoza, Neuquén, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero y Tierra del Fuego).
14. En dieciséis distritos el binomio presidencial alcanzó la segunda posición, en seis (Buenos Aires, Chubut, La Rioja, Mendoza, San Juan y San Luis) obtuvo el tercer puesto, en Santa Fe fue cuarto y en CABA llegó en quinto lugar. En el caso de que estas posiciones se repitieran en la elección de Octubre, y considerando las provincias que eligen cargos de senadores nacionales, la UCR renovaría sus bancas en juego y ampliaría su bloque en un caso: la Provincia de Misiones.
15. Si se contrastan los votos obtenidos por la fórmula presidencial de UDESO con las recientes compulsas provinciales de la interna abierta de Santa Fe y la general de Córdoba, la merma de votos es de casi ciento ochenta y cinco mil votos frente a los obtenidos por Mario Barletta y Oscar Aguad, respectivamente.
16. Resulta bastante obvio que la explicación del pobre resultado obtenido por la UCR no admite explicaciones monocausales ni simplistas. Por el contrario, tiene raíces mas profundas y es posible pensar que la simpatía recobrada por la UCR en algunos sectores sociales – luego del conflicto por la retenciones, el aniversario por los veinticinco años de la inauguración democrática y el fallecimiento del Presidente Raúl Alfonsín – llevó a muchos dirigentes radicales a confundirla con una auténtica recuperación de la confianza de la sociedad y, en consecuencia, a imaginar que la vuelta al ejercicio del gobierno era una formalidad que sólo requería del paso del tiempo.
17. El espejismo de la reconstitución partidaria imposibilitó la discusión profunda que los nuevos desafíos imponían a una fuerza política que pretende ser mucho más que una oposición testimonial. Mucho más cuando el mundo enfrenta una crisis sin precedentes desde 1930 y la Argentina todavía padece las consecuencias de la crisis política, económica y social de inicios del siglo: la más grave, profunda y extensa de toda su historia.
18. Esos déficits estructurales estuvieron acompañados por una serie de episodios recientes que contribuyeron a debilitar el desempeño institucional de la UCR.
19. Apenas constituidos los Bloques Legislativos surgidos de la elección ganada en el año 2009, se suscitó una inexplicable disputa por la conducción de los mismos que incluyó condicionamientos a legisladores que manifestaban su voluntad de incorporarse. Ello afectó la consideración social de lo que era unánimemente tenido en cuenta como uno de los pilares de la recuperación partidaria y tuvo como consecuencia inmediata la deslucida y contradictoria posición en el caso del uso de reservas y la composición del Directorio del Banco Central que expresó públicamente, por primera vez, la artificiosa controversia entre “progresistas y defensores del establishment”.
20. Al mismo tiempo, ya en Febrero del año pasado, en actividades organizadas por el Comité Nacional con los Bloques Legislativos, emergieron públicamente los cuestionamientos a la validez de las credenciales partidarias del Presidente del Senado.
21. Más aún, la constitución de nuevos agrupamientos internos a nivel nacional y provincial exteriorizó una controversia interna que llevó a la imposibilidad de programar actividades con la presencia simultánea de los más reconocidos dirigentes del Partido y se recurrió, inclusive, a otras fuerzas políticas aliadas para dirimir internas partidarias o para condicionar la constitución de eventuales coaliciones electorales.
22. Tempranamente, a mediados del año 2010, hubo sectores partidarios que desarrollaron acciones para posicionar candidaturas con equipos propios incumpliendo acuerdos explícitos por los cuales la definición del programa y la formalización de las alianzas estaba reservada al Comité Nacional partidario. Así, la dinámica interna adquirió un ritmo tal que, por ejemplo, el acto de un sector interno frustró la reunión anual de la Convención Nacional, cuya fecha de realización estaba fijada con varios meses de antelación.
23. Por otro lado, una evaluación tan errada como extendida en el Partido, que desconocía las nuevas y distintas reglas de juego creadas por la vigencia de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), llevó a que se verificaran muy amplias coincidencias para decidir la fórmula presidencial “lo antes posible”.
24. Este grueso error estratégico del Partido se justificaba en la absurda creencia de que no hacerlo daba ventajas al oficialismo y que era requerido por nuestros eventuales aliados. Sin embargo, ello no impidió que el marco de alianzas que el Partido había conformado en el año 2009 se desintegrara. A la temprana renuencia de la Coalición Cívica a ratificar la continuidad del Acuerdo Cívico y Social se sumó el cálculo estratégico del Partido Socialista, que daba por descontado -como Mauricio Macri- un triunfo oficialista y, en su evaluación, carecía de rentabilidad política acompañar una candidatura de otro partido. (**)
25. Una vez oficializada la candidatura presidencial, por desistimiento de los otros competidores frente al requerimiento público de liberar de obstáculos la campaña, la mayoría partidaria produjo un notable viraje político. Se abandonó la línea de “pureza doctrinaria” que confundía groseramente la apelación a diversos sectores sociales vacantes de representación política con la fijación de límites, expresados en términos personalizados, por definición infranqueables.
26. El sorprendente cambio antes que traer certezas introdujo confusión, reflejada dramáticamente en el resultado de la Provincia de Buenos Aires donde la candidatura presidencial obtuvo casi seis puntos porcentuales menos que la de gobernador.
27. La campaña electoral no sólo desaprovechó las potencialidades del candidato vicepresidencial nominado, Javier González Fraga, sino que se resumió en una serie de recorridas provinciales y presentaciones televisivas del candidato sin acertar a sensibilizar y movilizar sectores sociales tras una convocatoria que le diera sentido y orientación a la apelación por el voto a nuestra lista.
28. Hoy, luego del resultado y con vistas a la elección de Octubre, parece atinado concentrarse en un doble objetivo. En primer lugar, maximizar la potencial representación legislativa argumentando la necesidad de prevenir riesgos hegemónicos y apelando a las aptitudes de nuestros candidatos para ejercer el control republicano. Al mismo tiempo, procurar mantener la presencia territorial del Partido, tanto a nivel provincial como comunal, desarrollando un eje de reivindicación federal con los recursos apropiados por el gobierno central y sosteniendo la gestión exitosa de cientos de intendentes radicales en todo el país.
29. Esos objetivos no pueden relativizar el reclamo por la ausencia de valores propios de nuestra idiosincrasia que nos permita diferenciarnos de las otras candidaturas peronistas, tanto a nivel provincial como nacional. Por el contrario, ese reclamo debiera sugerir las consecuencias que para la sociedad tiene la disputa de poder hacia el interior del peronismo que, como lo indica la historia, se traslada a las instituciones del Estado y afecta la convivencia pacífica de la sociedad.

(*) Aunque la comparación no es pertinente, porque el Radicalismo integró la coalición Acuerdo Cívico y Social, es oportuno recordar que en la elección del año 2009 el porcentaje obtenido por el ACyS superó el 30%
(**) Más tarde, ese mismo criterio – endogámico y contradictorio con las oportunidades ofrecidas por las PASO- fue puesto en práctica en los otros cargos electivos y, cuando fue posible, fue utilizado como instrumento para “ajustar cuentas” en la vida interna partidaria.




PARA MEJORAR NECESITAMOS RESPETAR LA DEMOCRACIA INTERNA Y EXTERNA.
María Luisa Storani.
Diputada Nacional UCR.
Provincia de Buenos Aires.

Exijo que algunas autoridades partidarias se callen y dejen de buscar la atención periodística criticando a Alfonsín, están afectando nuestra capacidad competitiva. No fueron éstas las posiciones autorizadas por la mayoría del Radicalismo en su debida oportunidad, por lo cual los convoco al silencio hasta que se escrute el último voto.

También convoco a los que equiparan a la antidemocracia el 50% que logró la Presidenta. En 1983 obtuvimos más del 52% y a nadie se le hubiera ocurrido tal insensatez. Por supuesto que la hegemonía oficialista es peligrosa, y sobre todo en clave K; pero también lo es la fragmentación de la oposición. Es un grave error faltar el respeto a los que votaron al oficialismo, entre ellos, interpretación poco democrática, que desestima a los millones de jóvenes y mujeres que pretendemos reconquistar, asumiendo que es la política la que manda a la comunicación y la gestión electoral. Esta no es una democracia de opereta, hay que asumir mayor responsabilidad y no adjudicar el resultado electoral a las trampas. Las que pudieron existir no definieron los votos mayoritarios aún cuando hayan afectado a Alfonsín, hay que fiscalizar y no llorar.

No dejemos que nos hagan cargo del fraccionalismo. Mis amigos socialistas asumieron nuestra alianza de un modo distinto el día siguiente de la elección primaria santafecina. Ellos sabían que no íbamos a replicar afectando la elección en ese territorio y donde juntos conservamos el gobierno provincial. Lo de De Narváez es una excusa y no medió el debate, evaluación y reflexión al que nos debemos los progresistas, promovido sin éxito Ricardo Alfonsín y que hizo público en dos documentos. No obstante, lo ideológico nos manda a tener abierto el espíritu para estar juntos en segunda vuelta, en el Gobierno o en la oposición según corresponda.

Por lo sorpresivo, no estuve de acuerdo con la alianza con De Narváez, lo consideré demasiado desafiante para nuestra capacidad de explicarlo. Pero acaté y milité como corresponde. Obviamente tuvimos errores en esta elección primaria y si los corregimos, el resultado sera nuestro piso. Hemos salido segundos, pero hay muchas testosteronas y “geronterismo” en el análisis y las decisiones radicales de campaña y con ello el péndulo exitismo-derrotismo.

En mi zona, obtuvimos los mejores porcentajes para Alfonsín en el conurbano. Mi distrito, si no es el único, es de los pocos de la Provincia donde él sacó más votos que una lista local, pero con magros resultados aún cuando la encabeza un joven desde nuestra obligación por la renovación que se debe el Partido. Estamos rectificando y no se nos pasa por la cabeza construir poder con tijeras que son para cortar y dividir, instrumentos que insinúan promover algunos jerarcas partidarios, alentados por un ambiente básicamente conservador. Simplemente porque Ricardo Alfonsín es el dirigente radical de mayor prestigio y el que salió primero entre los sectores no oficialistas. A nuestros efectos, el más comprometido con los derechos de la mujer y al que le exigimos mayor participación en decisiones y gestión por el éxito de la campaña electoral real. Estoy convencida, asumiendo los errores, que realizar una gran elección con Ricardo Alfonsín va a ser la mejor noticia para seguir construyendo progresismo en Argentina.

Nosotras vamos a convocar a las mujeres candidatas y dirigentes de todo el país a debatir la agenda de género en un programa de movilización y de confianza para liderar el Gobierno o la oposición. Y vamos a discutir, también, las mejores acciones para reconquistar el apoyo de la juventud y para eso le debemos adjudicar mayor protagonismo a los jóvenes correligionarios.

Sin críticas extemporaneas y absurdas. Para ser la vanguardia de los que creen que se puede y que debemos conquistar un futuro promisorio para la UCR y para el país. En la tradición de los que no bajan las banderas y no se rinden jamás.



El faccionalismo, problema de la política
Lic. Lilia Puig

La clara visualización del gobierno dividido que caracterizará a la provincia de Santa Fe a partir del 10 de diciembre próximo ha disparado un debate muy interesante sobre el sistema institucional que rige las elecciones de los distintos niveles de gobierno.
El temor a la ingobernabilidad provincial se asienta posiblemente en la creencia de que el Ejecutivo Provincial enfrentaría enormes dificultades en la legislatura para llevar adelante acuerdos interpartidarios que podrían llevar a la lentificación de las decisiones hasta producir parálisis gubernamental. La prevención no deja de ser fundada ya que si algo sabemos es que en Santa Fe, hace mucho tiempo, las alianzas que compiten por el gobierno son coaliciones en las que no es fácil encontrar partidos políticos ya que lo que se destacan son las facciones: grupos internos que buscan eliminarse mutuamente a fin de acceder a los cargos gubernamentales.
El faccionalismo, además de representar la personalización y la territorialización de la política, es el legado institucional más dañino que han dejado los aprendizajes realizados por los grupos internos partidarios que han desarrollado sus estrategias competitivas bajo el imperio de la ley de lemas y las internas abiertas, simultáneas y obligatorias. Las decisiones de los cuerpos partidarios han perdido valor cuando de cargos gubernamentales se trata, ya que los partidos políticos han perdido la capacidad de seleccionar las precandidaturas y, consecuentemente, de disciplinar a quienes son electos.
Desde 1989, cualquier conjunto de afiliados que cumple con requisitos mínimos ha estado legalmente amparado para presentar candidaturas. Los dirigentes de los grupos internos que no logran a través de la negociación partidaria las precandidaturas deseadas son alentados por la legislación a conformar listas por fuera de los partidos.
La contracara de esta fragmentación es el protagonismo que fueron adquiriendo las alianzas electorales santafesinas que habilitan la conformación de listas entre facciones de distintos partidos además de las coaliciones entre partidos. Las alianzas son un instrumento electoral de gran utilidad para resolver la competitividad de las facciones y también para cubrir el vasto territorio provincial.
Hemos visto a lo largo de más de 20 años conformarse y deshacerse este tipo de alianzas electorales que han dado lugar a distintos tipos de combinaciones con la finalidad de ganar las elecciones y que fueron indicando la pérdida del valor de las organizaciones partidarias y de los contenidos programáticos. ¿quién recuerda como se conformaba la alianza Creo en Santa Fe o Convergencia Santafesina que dominaron la competencia electoral durante muchos años? Las últimas elecciones primarias que sirvieron de plataforma a las tres alianzas que llegaron a conquistar cargos gubernamentales en la elección provincial son un buen ejemplo del problema al que me refiero. La alianza Unión Pro, canalizó en una lista provincial a una facción del peronismo- Unión Federal- con tres partidos ( Pro, UCEDE y Propuesta Republicana); la alianza Frente Santa Fe para Todos, nucleó a las facciones del PJ y sus aliados (PI, Partido del Progreso Social, Partido Conservador Popular, Partido Humanista, Producción Trabajo y Desarrollo, Santa Fe Unido) en 4 listas completas, 2 listas a diputados provinciales, 7 listas departamentales y 55 listas vecinales, y la Alianza Frente Progresista Cívico y Social integrada por los partidos Socialista, Radical, Demócrata Progresista, Coalición Cívica y ARI, se desgranó en cuatro listas provinciales con candidato a gobernador, dos listas de diputados provinciales, nueve listas departamentales y 85 listas vecinales. (*)
La revisión de las listas con candidato a gobernador de las alianzas que han conquistado el ejecutivo provincial las mayorías legislativas, nos permiten ver los debilitamientos partidarios que, obviamemente, afectan más a los partidos de tradición institucional centralizada pero, también afligen al movimiento justicialista.
En la coalición electoral oficialista las listas con candidatos a gobernador surgieron de alianzas integradas por facciones del radicalismo y del socialismo asociados con los partidos Demócrata Progresista, la Coalición Cívica, el Gen y Pares. En el caso del PJ la alianza fue el recurso con el que contó la Casa Rosada para resolver la integración de las facciones internas que dividían antagónicamente al peronismo provincial y que ya habían producido el surgimiento del partido Ciento por Ciento Santafesino que amenazaba con concurrir por fuera del PJ.
Las dos listas mayoritarias que resultaron de la interna abierta son acumulaciones de facciones tanto de una alianza como de la otra. Encima, los ciudadanos aumentaron la profundidad del gobierno dividido al consagrar al Frente Progresista Cívico y Social en la gobernación y a la alianza Frente Santa Fe Para Todos en la legislatura. Constituido el escenario gubernamental surgen las dudas frente a la causa principal del problema de la gobernabilidad santafesina: el faccionalismo. Nos preguntamos: ¿Los legisladores electos van a ser capaces de trascender la herramienta y van a constituir bloques unificados? ¿la alianza oficialista se va a institucionalizar en una coalición de gobierno? ¿van a aceptar los miembros de las distintas facciones los resultados de las negociaciones que lleven adelante los líderes de las bancadas? ¿cómo se logran los acuerdos cuando priman la solidaridad intragrupo y la competencia con las otras facciones dentro de una misma alianza? ¿cuál va a ser el costo de las transacciones cuando se han perdido las responsabilidades partidarias y las facciones se guían por los intereses de su reproducción?
El debate sobre los efectos de la boleta única hasta ahora elude tratar la cuestión del faccionalismo. Politólogos y juristas suponen que las reglas electorales santafesinas se aplican a partidos institucionalizados, y ello puede llevar a conclusiones equivocadas. Una buena democracia requiere de partidos políticos responsables por la actuación de candidatos y los contenidos programáticos y no de meras organizaciones que actúan como agencias de personal ofreciendo a la ciudadanía precandidaturas más o menos atractivas y que esconden la acción colectiva de los grupos internos. El debate sobre la representación será incompleto si no incorpora el dato del faccionalismo partidario como problema que las reglas deben ayudar a resolver y no insistir en profundizar.
(*) Información obtenida del Tribunal Electoral de la Provincia de Santa Fe
Los dirigentes de los grupos internos que no logran a través de la negociación partidaria las precandidaturas deseadas, son alentados por la legislación a conformar listas por fuera de los partidos.
Una buena democracia requiere de partidos responsables por la actuación de candidatos y contenidos programáticos y no de organizaciones que esconden la acción colectiva de los grupos internos.


Un Número de la Revista Qué
Agosto 16, 2011 Federico G. Polak


Es el lunes que sigue a las elecciones de constituyentes del domingo 28 de julio de 1957. Buenos Aires aún conoce la escarcha, y cuando llueve los porteños usan galochas.
En las huestes de la Unión Cívica Radical Intransigente reina la desazón. La derrota abruma. El partido se dividió el año pasado, y ahora la Unión Cívica Radical del Pueblo ha obtenido 2.117.160 sufragios, detrás del voto en blanco (2.119.147). La UCRI, menos. Sólo 1.821.459. No hay vuelta atrás. El mensaje de la concordia que insinuara Arturo Frondizi no ha llegado a la gente. Adiós a las presidenciales. Habrá que pensar cómo afrontar la cuesta con esa pesada carga encima ¿A quién echarle la culpa? ¿No será Frondizi el responsable? Claro que sí. No haber construido el eje de la campaña sobre el antiperonismo ha sido un error. Ricardo Balbín tenía razón. En especial con su aporte de ideas y dirigentes para el gabinete de la Revolución Libertadora. Es ahora el candidato oficial. Quizás convenga tender puentes con los antiguos amigos para preparar el regreso. Gestos, comidas, charlas. Códigos políticos del siglo XX.
Por cierto un sector del Movimiento de Intransigencia y Renovación de la Unión Cívica Radical desde 1955 ha reclamado la unión de los sectores nacionales y populares y la conformación de un gran movimiento democrático, pero ahora habrá que desandar ese camino.
Pero la UCRI, aún siendo una fuerte estructura partidaria, no es la única organización o grupo que sostiene la candidatura de Frondizi. Hay varias más. Incluso existen sectores nacionalistas muy ilustrados que lo hacen, entre ellos discípulos del padre Julio Menvielle.
En especial está la usina, formada alrededor de la revista Qué sucedió en siete días. Este grupo, ajeno a la tradición radical por su diferente formación político-ideológica, conforma el denominado Comité de Campaña, con cuadros políticos de distintas extracciones, aunados en su anhelo de construir un amplio frente político de pensamiento nacional, y el Centro de Estudios Nacionales, donde funcionan equipos de investigación encargados de diagnosticar y elaborar las propuestas para la futura acción de gobierno.
Rogelio Frigerio lee los resultados finales. Es un esclavo del método. Sabe. Y en, especial, entiende. Sabe que debe saber, pero también que es más importante entender,  que saber. Cometerá a lo largo de su vida inúmeros errores políticos en lo táctico, pero en la estrategia el suyo es el ideario político perfecto, un nacionalismo de resultados. De eso entiende. Mucho. Como ninguno. Y al leer comprende que en la derrota se trasluce con claridad, límpida, la victoria que vendrá el año que viene. Después de leer, escribe.
Lo que escribe aparece en el número 141 de la Revista Qué sucedió en siete días, del 30 de julio de 1957. Es su editorial titulado “El sufragio es el instrumento de la próxima victoria popular”. La cuenta que hace Frigerio es muy obvia, aunque los radicales intransigentes no la entiendan. Hay que trabajar para sumar la mayor parte de los votos en blanco a los de la UCRI. Así será presidente Frondizi. E inaugurará el más formidable proyecto de desarrollo que recuerda la historia argentina.
Lo que escribe Frigerio da comienzo a la comprensión de la dirigencia política del fenómeno del peronismo, hasta entonces negado. Su prédica y militancia desembocarán en el pacto Perón-Frigerio que atenuará la crueldad y desatino de la proscripción electoral justicialista. Es política real pura. Ricardo Balbín lo comprenderá también, se abrazará con Perón en 1972 y hará de su obituario verbal en el Congreso una página central de la historia. Más adelante Raúl Alfonsín le otorgará al peronismo su carta de ciudadanía, el reconocimiento final, con el Pacto de Olivos. Recién allí se aceptará al peronismo en el marco republicano institucional. Frigerio terminará sus días elaborando una amistad insospechada con Alfonsín, una amistad de comprensión mutua y de coincidencias estratégicas.
Ricardo Alfonsín emergió a partir de las elecciones partidarias de la Provincia de Buenos Aires del 6 de junio de 2010 como la marca nueva de la política argentina. No había otro en el terreno de la oposición. Fue tapa de los diarios produciendo hechos políticos. De otra forma no se sale en los medios. Venció al aparato radical bonaerense tradicional, cuyos dirigentes no sólo lo desdeñaban personalmente, sino que se habían enfrentado al padre echándole la culpa de todo lo que le sucedía a un partido que aún mantiene el blanco y negro de sus fundadores del siglo XIX. Raúl Alfonsín, al quebrar el mito de la invencibilidad electoral del peronismo, los había sacado del subsuelo en 1983, y les había hecho conocer las luces del centro. Muchos de ellos habían aprovechado la ocasión para dejar de trabajar. Hacerse ricos. Alfonsín había precipitado con su sola figura una afiliación masiva de alfonsinistas, no de radicales, construyendo un padrón enorme que aún formalmente se sostiene, pero es tan poco auténtico como el partido mismo. El padrón, como el partido, huyó de la depuración. Los jóvenes profetas de los 80 se transformaron en dirigentes tradicionales acostumbrados a las derrotas, vendidos a Fiorucci pero no les iba mal, como dice la canción de Charly García. El partido debía permanecer pétreo. A la par que el justicialismo conservaba sus viejas mañas, pero se transformaba a su vez en el Frente para la Victoria, la UCR se mantuvo ajena a cualquier cambio siquiera de cosmética. Algunos se pasaron al gobierno porque encajaban bien. Después volvieron porque ya no le convenía más.
El último diciembre, el Alfonsín de hoy provocó una masiva concentración en un acto público en la Avenida de Mayo. Decenas de miles de personas, radicales e independientes, lo colocaron en el escenario. Pasó a ser el oponente del 2011. El aparato del partido, alarmado, detuvo su marcha. ¡Otro Alfonsín más! ¡Y encima parecido! Le pusieron obstáculos obvios, pero efectivos: largos amagos de internas fallidas, primero con Julio Cobos, después con Ernesto Sanz.
De esto último dio cuenta este sitio en la nota La Importancia de llamarse Honesto.
Superadas las internas (que nunca se celebraron), Ricardo Alfonsín realizó sucesivamente varios movimientos de pinzas que revelaron audacia y autoridad. Tal vez respecto al primero falló en explicarlo, no lo comunicó, y desconcertó. Pero actuó.
Celebró una alianza en su distrito electoral, la Provincia de Buenos Aires, con Francisco de Narváez, produjo un documento que lanzó por las redes sociales anunciando que con Hermes Binner no conformaría una fórmula presidencial, y eligió a un independiente prestigioso como su candidato a vicepresidente, Javier González Fraga.
Alfonsín se corrió al centro con decisión. A la par escribió un libro (La Argentina Moderna. Del crecimiento al desarrollo. El Ateneo 2011) donde marcó el concepto del subtítulo como eje de campaña. Excelentes especialistas lo acompañaron en sucesivos capítulos sobre economía, seguridad, justicia, relaciones internacionales,  relaciones laborales, y cultura. Existían a su disposición grupos de intelectuales dispuestos a trabajar. Los más prestigiosos del país. Una especie de Carta Abierta del centro republicano y democrático. Una variante neo desarrollista. Pero extrañamente no se presentó el libro en sociedad. Y se desactivaron los grupos de intelectuales. Quizás eso fue producto de una decisión del comité de campaña. O de una indecisión de su comité de campaña.
Al mismo tiempo, algo sucedió camino del foro. El aparato del partido no lo acompañó, tal vez esperando que se desplumase. Una conducta natural. Lo vine haciendo desde que se tenga memoria. ¡El padre por suerte ya se ha ido y ahora aparece éste! Aunque debe admitirse que eso se sumó a la circunstancia de que Ricardo Alfonsín no asumiera hasta ahora su rol de candidato independiente, más allá del partido que lo proclamó como tal.
Los candidatos que no trascienden el partido, no trascienden. El partido puede servir como el esqueleto, pero no más. A los esqueletos hay que rellenarlos con el tejido social. Ese es el marco de la política moderna.
La campaña de Ricardo Alfonsín se fue deshilachando. Careció del eje apropiado. En realidad no tuvo eje alguno. Sobrevino el mareo. En la batalla de los spots publicitarios a partir del 25 de julio, UDESO se embarcó en un zigzag desconcertante. Alfonsín pasó de la defensa de los valores republicanos a patrocinar avisos desgarradores referidos al temor por la inseguridad. Todo ello en medio de una falta de acompañamiento partidario de niveles inéditos en la historia política electoral de nuestro país. Deslealtades que incluyeron a los dirigentes propios, amigos, no sólo a los extraños. Por ejemplo, cuando Alfonsín reclamó la renuncia de Raúl Zaffaroni (un jurista notable, un hombre respetado, amigo personal de quien escribe) no sólo –se estuviera o no de acuerdo con Alfonsín- no se produjo un repiqueteo natural de expresiones en el sentido indicado por el candidato, sino que salieron a demostrar su desacuerdo. Públicamente. Con declaraciones, o con gestos. ¡Vaya partido! En algunos casos actuaron por conveniencia. O en todos los casos por conveniencia. Fueron, por ejemplo, a los actos de desagravio a Raúl Zaffaroni. Aquí no se discute si Raúl Zaffaroni los merecía o no, pero quedó demostrado a través de sus conductas que existen dirigentes comprometidos más con sus propias internas académicas, o de asuntos profesionales, o de elecciones de graduados universitarios, que con el candidato a presidente de la nación de su partido.
El acto de cierre coronó la falta de campaña: una tertulia intelectual tonta, por suerte quebrada por el candidato al final con su impronta personal
Entonces sobrevino el domingo. El candidato –a quien esta nota de opinión no procura zafarlo de su responsabilidad primaria- llegó a ese día deshecho, sin descanso, tras una campaña agobiante, absurda, y mal informado. Parecía vedado afirmar que el gobierno tendría la mitad de los votos. Y que la oposición se diluiría en un empate perpetuo, como pompas de jabón, diría Joan Manuel Serrat. El adversario de las primarias de agosto era Eduardo Duhalde, a quien había que vencer. Esto es elemental. El de octubre sería la presidenta. Pero nadie lo entendió. Y al no entenderlo no se plantó el candidato enfrente de Duhalde como correspondía. Ni siquiera lo hizo esa noche, aconsejado para que sonriera y nada dijera respecto al mensaje de las urnas y la aceptación de haber fallado en la comunicación con el electorado. Y pidiera disculpas.
Porque Duhalde no es, (como creen algunos de quienes acompañan a Alfonsín)  el candidato preferido por el gobierno. Esa es una suposición equivocada. Duhalde, lo quiera él o no, es el candidato de la revancha. Encarna eso. La revancha de los setenta, pero al revés. Es el candidato de FAMUS y de los presos por violaciones a los derechos humanos. En este sentido Duhalde es además el candidato de la venganza. Incluyendo en la venganza al peronismo tradicional. Pero también Duhalde representa la revancha de los noventa. El rubio de ojos celestes ahora es Duhalde, no Carlos S. Menem. ¡Duhalde es el candidato de los antiperonistas! Amazing!  
Alfonsín, no. Debió haber sido el candidato de la república democrática, el abanderado de una unión nacional por el desarrollo inclusivo. Aún puede serlo. Si elige recostarse sólo en el partido para asegurar el ingreso de legisladores, dando la contienda por terminada, no lo será. Si continúa como hasta ahora, sin cambios, tampoco. Si interpreta la franja de la pista que le queda por cubrir, sí.
Tiene Alfonsín dos meses para recomponerse. Para procurar llevarse para sí parte de los votos que tuvieron otros, incluso alguno que fue a parar en el Frente para la Victoria. Deberá dialogar para ello con todos los sectores. Pero excluyendo a aquellos que vienen por la revancha o por la venganza. La segunda etapa será asumirse como referente obligado de la oposición, y conversar con el gobierno. Dentro del marco institucional, remarcando las coincidencias, y estableciendo los disensos. La nación Argentina sigue hacia el futuro, permanecerá más allá de 2011. Las elecciones de octubre son un paso importante en la construcción de una alternativa, pero no el último.
Esa es la lectura que haría Rogelio Frigerio hoy si debiese redactar una nueva editorial de la Revista Qué, tal vez sabiendo que no escribiría para ganar las elecciones próximas, como si se ganaron aquellas del 23 de febrero de 1958, pero sí para convertir aquello que representa Alfonsín en una referencia central para cuando sobrevenga un clima económico menos favorable que el de  hoy, y el país necesite imperiosamente del diálogo y de los acuerdos. Así se hará la edificación de una alternativa nueva, sin los vicios que anidan en la que transitamos hoy, la que muestra a Cristina Kirchner y Mauricio Macri como interlocutores únicos, exclusivos, felicitándose mutuamente. Patético el cuadro si permanece más allá de 2012.
Eso deberían ser Alfonsín y su propuesta: una alternativa política distinta, neo desarrollista, independiente, en colores (no amarilla), de estos tiempos, que deje el blanco y negro del siglo XIX para la investigación y los historiadores.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Sería bueno que detrás de tanto palabrerío, se asuma frontalmente que la alianza con De Narváez fue lo más funesto que hizo la UCR en muchos años, aliándose con lo peor del "régimen".
Jesús, tenés que ser más claro y no esconderte tanto...